Ruta Alemania Selva Negra

Mi Ruta por Alemania (Parte III) – Dachau, Sasbachwalden, Gengenbach y Triberg

• Ver Parte II – Ruta por Munich •

DOMINGO 10 – CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE DACHAU

Hoy dejamos el camping y vamos a visitar el Campo de Concentración de Dachau. El GPS nos lleva por el centro de Munich, pero no tenemos la Plakette (la pegatina ecológica que se necesita para circular por el centro de algunas ciudades de Alemania), así que nos desviamos por la autopista.

Llegamos sobre las 10,30h, aparcamos en el parking casi vacío y entramos. La entrada es gratis pero si quieres entender lo que pasó allí, hay que alquilar una audioguía. Nosotros alquilamos dos, que nos costaron 7€ en total. Nada mal teniendo en cuenta todo lo que hay por visitar, y que campas a tus anchas por ahí. Antes de empezar la visita hacemos un pequeño desayuno en la cafetería, y yo me pido un bretzel relleno de mantequilla. Está bueno pero bastante empalagoso, supongo que los de pastelería son mucho mejores.

La visita dura unas dos horas mínimo. Si te recreas en el museo escuchando audios de los testimonios, mirando toda la documentación que hay en los paneles, etc, puedes tirarte allí perfectamente toda una mañana. Vamos paseando por el gigantesco descampado que en su momento albergó 36 barracones para prisioneros. Hoy en día sólo hay dos en pie (reconstruidos), y del resto sólo quedan los cimientos. Es brutal y realmente escalofriante saber que estás andando por el mismo lugar en el que hace 70 años lo hicieron esos pobres prisioneros. Nada más entrar en el recinto, atravesamos la Jourhaus, el edificio de la entrada principal al campo, y dónde estaban las oficinas de las SS. En la puerta de hierro, reza la inscripción «Arbeit Macht Frei«, que quiere decir «El trabajo os hará libres«. Jaja, si es que en el fondo eran unos cachondos.

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Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres), inscripción en la Jorhaus de Dachau
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Vallas electrificadas. Campo de concentración de Dachau.

Acabamos la visita en los crematorios, lo más estremecedor de todo. Para finalizar, volvemos al museo donde cada hora se proyecta un documental de 20 minutos. En él se pueden ver imágenes del campo en esa época. De piel de gallina.

Salimos de allí con un poco de mal cuerpo. Es la una del mediodía y tenemos que dejar el estado de Baviera para dirigirnos a la Selva Negra. Así que, allá vamos, cogemos la furgo en dirección Stuttgart y de camino nos encontramos con TODAS LAS PUTAS OBRAS QUE PUEDA HABER EN ALEMANIA.

A las 5 de la tarde llegamos, por fin, al Camping Adam, en la ciudad de Bühl. Cual es nuestra sorpresa cuando vemos que está ubicado en la orilla de un pequeño lago. Con el calorazo que hemos pasado durante todo el día, esto nos viene de maravilla, así que nos ponemos el bañador y nos damos un chapuzón. Se está la mar de bien, hasta que unos bichos grandes y raros parecidos a mosquitos mutantes nos empiezan a perseguir y a pegarse a nosotros, por lo que tenemos que salir.

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Camping Adam. Bühl.

 

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La zombineta. Camping Adam (Bühl)

Luego nos vamos a duchar. Las duchas de este camping utilizan el sistema de fichas. Cada ficha cuesta 50 céntimos y tiene 5 minutos de tiempo. Suficiente para ducharse y lavarse el pelo. Luego empezamos a prepararnos la cena, mientras el vecino de al lado, que parece que vive permanentemente en el camping, nos ameniza la velada con música rock.

Por la noche, como de costumbre, vamos a dar una vuelta por el camping, mientras los mosquitos se meriendan al Señor Zeta con patatas.

ETAPA 3 – SELVA NEGRA

LUNES 11 – SASBACHWALDEN, GENGENBACH Y TRIBERG

Salimos prontito del camping porque hoy tenemos muchas cosas que ver. Nos da bastante penita, pues la localización es perfecta y, aunque hayamos pasado calor durante la noche, el sitio es precioso para pasar unos días.

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Un poco de piestureo. Campign Adam (Bühl)

La primera parada es Sasbachwalden, un pueblecito súper mono, que dicen que es de los pueblos más bonitos de la Selva Negra. De camino paramos en un Lidl a comprar víveres, agua y hielo. Una vez en Sasbachwalden, damos un pequeño paseo por el centro y subimos una de las empinadas calles hasta las colinas donde se encuentran los viñedos. La verdad es que la zona es preciosa.

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Sasbachwalden, uno de los pueblos más bonitos de la Selva Negra

Por internet habíamos leído un blog de viajeros que encontraron una bodega familiar que disponía de un curioso dispensador de vino. De hecho llevamos una botella de cristal vacía para poder rellenarla, pero no hay manera de poder encontrarlo, así que nos vamos sin vino 🙁

La segunda parada del día es en Gengenbach, por muchos considerado el pueblo más bonito de Alemania, y con razón. Nada más llegar al centro nos quedamos impresionados por su belleza. Nos sentamos en la cafetería Kaffeehaus Dreher (al lado del ayuntamiento) para desayunar dos deliciosas porciones de tarta Selva Negra (o, como ellos la llaman, Schwarzwälder Kirschtorte).

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Tarta Selva Negra + capuccinos. Kaffeehaus Dreher (Gengenbach)

Después vamos a dar una vuelta por el pueblo, sin dejar de hacer fotos, y es que es imposible guardar la cámara en un sitio como éste. Con sus calles adoquinadas y sus casas con entramados de madera hacen de Gengenbach un pueblo precioso digno de un cuento, especialmente las calles Höllengasse y Engelgasse, decoradas con montones de flores y enredaderas, y rincones mágicos.

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Rincones mágicos de Gengenbach
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El Señor Zeta embobado con la arquitectura alemana
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Gengenbach, el pueblo más bonito de Alemania

Muy a nuestro pesar, abandonamos el pueblo, no sin antes comprar un pan típico de la zona con un olor que enamora.

Luego nos vamos hacia Triberg, el lugar de las cascadas y de los relojes de cuco. Lo primero que hacemos al llegar es dirigirnos a las taquillas y comprar dos entradas. Además, cuenta la leyenda que hay ardillas por la zona, y que si compras una bolsa de cacahuetes por 1€, se dejan ver. ¿Será verdad?

La visita consta de 3 rutas a elegir, cada una con una dificultad y un recorrido distintos. Nosotros escogemos la ruta más cortita, la amarilla, que tiene una duración de 45 minutos. Empezamos a subir por la montaña y en seguida nos encontramos con el primer tramo de la cascada. ¡Es impresionante!

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Cascadas de Triberg.

Mientras subimos, con los cacahuetes en mano, estamos muy atentos a cualquier pequeño movimiento, ¡y es que en cualquier momento puede aparecer una ardilla!

O no… llegamos al final de la ruta amarilla donde hay una pequeña cabaña, con un mirador y un banco. Nos sentamos a descansar y nos empezamos a comer nosotros mismos los cacahuetes. Pero cuando creíamos que estaba todo perdido, de repente una ardilla aparece de entre los árboles. Sin pensarlo, cojo un cacahuete y extiendo el brazo para dárselo, pero parece que no se fían mucho de los visitantes y no está muy convencida, así que le acabo lanzando el cacahuete, ella va corriendo a recogerlo, y busca un sitio seguro para comérselo con las dos patitas delanteras. ¡Es tan mona!

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¿Banner o Flappy?

Ya de bajada, paramos a comer en Landgasthof Zur Lilie, uno de los restaurantes que hay al borde del río Gutach. El Señor Zeta se pide su tercer codillo y yo un enorme schnitzel con patatas.

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Schnitzel con patatas. Landgasthof Zur Lilie (Triberg)

Después de comer seguimos calle abajo y paramos en la Haus der 1000 Uhren, o lo que es lo mismo, la Casa de los 1000 relojes de cuco. Es impresionante la cantidad de relojes que hay, a cada cual más grande y bonito y… ¡caro!

Compramos 3 relojitos de cuco en forma de imán para la família y alguno más para nosotros, y seguimos dando un paseo por Triberg. Antes de irnos, pasamos por el Cafe Schaefer a por una porción de tarta Selva Negra, pero habían vendido la última hacía 2 minutos. Fantástico. Veo que Murphy sigue por aquí.

Como aún es pronto, decidimos avanzar nuestra ruta e ir directamente a acampar en el lago Titisee. Nos encontramos obras por el camino, como no, así que tenemos que bordear el lago. Esa zona tiene muchos campings, y encontramos uno libre, el Camping Sandbank, situado a la misma orilla del lago. Nos tomamos una cerveza Rothaus (típica de la zona) en la terracita del bar, mientras contemplamos las vistas del lago y, a lo lejos, el pueblo de Titisee-Neustadt.

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Haciendo nuevos amigos. Camping Sandbank (Titisee)

Luego empezamos a preparar la cena, que consta de una lata de medio kilo de potaje de lentejas acompañado del pan que hemos comprado en Gengenbach. A media cena, recibimos la visita de unos adorables patitos que buscan comida. Les damos migas de pan que engullen como orcos hambrientos cuando, de repente, empieza a llover. Tenemos que recoger todas las cosas y acabar de cenar dentro de la furgo, suerte que la tenemos habilitada para eso. De todas formas espero que mañana no llueva, queríamos ir a dar una vuelta por el lago en barca. A ver qué tiempo nos espera.

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